“La historia universal de la acrobacia se inicia en China, hace ya más de cinco milenios” (Mauclair, 2003, 13). Los historiadores chinos creen que la acrobacia fue la primera expresión artística corporal del hombre, surgiendo de los cazadores más experimentados, quienes utilizaban para su tarea la habilidad, agilidad, flexibilidad, equilibrio, fuerza y la observación del comportamiento de los animales; estas habilidades son indispensables también en cualquier acróbata. Los primeros acróbatas de este país, al igual que hacen hoy sus descendientes, utilizaban utensilios de la vida cotidiana para sus números (jarras, platos, sillas, etc.). Luego se incorporaron accesorios de la vida militar de los soldados imperiales (banderas, arcos, jabalinas, etc.). En China siempre se han distinguido dos tipos de acrobacia: la cortesana y la popular. La acrobacia Cortesana era refinada y estaba a cargo de artistas, generalmente mujeres y niños, que estaban subvencionados por el emperador. En cambio, l
El circo es un espectáculo artístico que está fuertemente ligado a los rituales ya que de ellos proviene. Combinando acróbatas, payasos y domadores de animales, entre otros, une a la danza, la música y la palabra en un espacio circular de comunicación directa con el público. En sus comienzos a los artistas circenses se los denominaba viajeros, debido a que realizaban numerosos viajes como medio de difusión y evolución de la acrobacia. Los primeros acróbatas eran los cazadores más hábiles, que al realizar ciertas proezas y notar que los espectadores se sorprendían, renovaban sus hazañas para mantener y renovar el público. [1] En su libro Historia del circo viaje extraordinario alrededor del mundo, Dominique Mauclaire nos relata una leyenda que permite explicar el origen de la acrobacia de una forma seductora y quizá verídica: “El emperador amarillo, a quien todos los chinos veneran como el padre fundador de su inmenso país, es un personaje imaginario cuya existencia real ningún habit
Hijo de Pedro Podestá y María Teresa Torterolo, nacido en Montevideo, Uruguay, el 6 de Octubre de 1858, José Podestá, más conocido como Pepino 88 (debido a su traje de payaso, que tenía un gran letrero en la espalda que decía “El gran Pepino” al cual luego le agregó el número 88), fue uno de los precursores rioplatenses del circo, considerado también como uno de los pioneros del Teatro Argentino. [1] Los hermanos Podestá fueron los creadores del circo criollo. Ellos hicieron la segunda parte, con pantomima gauchesca. [2] En este texto la mayoría de la información utilizada pertenece a las memorias de José Podestá [3] en las cuales él mismo cuenta como inició sus primeros ejercicios acrobáticos a orillas del mar, a tres cuadras de su casa, saltando de piedra en piedra, trepando acantilados y navegando en barcas pescadoras. Para relatar sus inicios en el circo cito una anécdota de su libro: “ El año 72 mi padre hizo un viaje a Europa. Fue entonces que con más libertad pude asisti
Comentarios
Publicar un comentario